Las ciudades de todo el mundo están sufriendo cada vez más los efectos y peligros relacionados con el clima, como las inundaciones, las sequías, el aumento del nivel del mar, las olas de calor, los deslizamientos de tierra y las tormentas. Se espera que al menos 130 ciudades portuarias con más de un millón de habitantes cada una, se vean afectadas por inundaciones costeras.
Para crear sociedades más sostenibles, resilientes a los efectos del cambio climático implica que debemos abordar una variedad de problemas que incluyen la crisis climática, la pobreza urbana, los asentamientos informales, proporcionar infraestructura, garantizar el acceso a servicios básicos para todas las personas, gestionar los ecosistemas y sistemas urbanos, y hacer que los medios de vida sean sostenibles y resilientes. También implica desarrollar la resiliencia urbana ante una variedad de posibles impactos y tensiones existentes.
Las ciudades bien gobernadas son aquellas que reducen los riesgos de los efectos del cambio climático para sus poblaciones.
La urbanización ofrece la posibilidad de nuevas formas de inclusión social, entre ellas una mayor igualdad, el acceso a los servicios y a las nuevas oportunidades, así como el compromiso y la movilización que refleja la diversidad de las ciudades, los países y el mundo. Sin embargo, con demasiada frecuencia esta no es la forma de desarrollo urbano. La desigualdad y la exclusión abundan, a menudo en tasas superiores a la media nacional, a expensas del desarrollo sostenible que sirve para todos.
En este contexto se enmarca la resolución A/RES/68/239 de la Asamblea General, por la que en 2014 se estableció el 31 de octubre, como el Día Mundial de las Ciudades.
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